La pirámide de alimentos
¿Qué es la pirámide de alimentos?
La pirámide de alimentos, también conocida como pirámide alimenticia, es una representación gráfica en forma piramidal que clasifica los alimentos en función de las necesidades nutricionales humanas.
De hecho, la pirámide de alimentos es una de las herramientas educativas más útiles para el fomento de la nutrición sana, lo que, unido a una actividad física y unas horas de descanso adecuadas, nos permitirá llevar un estilo de vida saludable.
¿Cuál es el origen de la pirámide de alimentos?
La primera pirámide de alimentos se creó en la década de los 70 en Suecia. Debido a la subida de precios por la crisis del petróleo de 1973, el Gobierno sueco decidió ordenar los alimentos básicos según su importancia.
La pirámide alimenticia ha sufrido varios cambios desde entonces, tanto en número de niveles como en el tipo de alimentos que ocupaban cada uno. No obstante, hoy día, la pirámide más aceptada es la que cuenta con cinco niveles, aunque otras versiones incluyen un primer nivel compuesto por un conjunto de hábitos de vida saludables.
¿Cómo se interpreta la pirámide de alimentos?
La pirámide de alimentos debe leerse desde abajo, donde se encuentran los alimentos que más debemos consumir, hacia arriba, que es la cúspide ocupada por los alimentos que hay que consumir en cantidades inferiores.
De esta forma, los alimentos quedan divididos en una serie de niveles, diferenciados en función de la calidad alimenticia de estos.
Los niveles de la pirámide de alimentos
Como hemos explicado más arriba, la versión más usada de la pirámide alimenticia cuenta con cinco niveles, que son los siguientes:
Nivel 1 de la pirámide: Carbohidratos
El primer nivel de la pirámide de alimentos, correspondiente a la base de esta, lo integran los carbohidratos, como los cereales, el pan, el arroz, las patatas, las harinas y las legumbres frescas.
Este tipo de alimentos proporcionan carbohidratos complejos como el almidón, el cual aporta al organismo la energía necesaria para las actividades diarias. Lo recomendable es que, de los alimentos del primer nivel de la pirámide, se consuman entre cuatro y seis raciones diarias.
Nivel 2 de la pirámide: Frutas y hortalizas
En el segundo nivel de la pirámide se encuentran las frutas y las hortalizas, alimentos de bajo contenido graso que aportan minerales, vitaminas y fibra. Se aconseja consumir entre tres y cuatro piezas de fruta al día, y entre dos y tres raciones de verduras.
Nivel 3 de la pirámide: Lácteos, huevos y pescados
Este nivel de la pirámide está formado por aquellos alimentos que son fuente importante de proteínas de origen animal, entre otros nutrientes que necesita el organismo.
En este nivel, hay que distinguir entre el grupo de los lácteos y el de los huevos y pescados.
Los lácteos son fundamentales para el organismo por su aporte de calcio, y hay que consumirlos entre dos y tres veces al día (preferentemente semi o desnatados). Por su parte, huevos y pescado azul (caballa, salmón…) deben tomarse entre dos y tres veces a la semana.
Nivel 4 de la pirámide: Carnes
El cuarto nivel de la pirámide de alimentos lo forman las carnes, alimentos que aportan nutrientes como el hierro y el zinc, además de proteínas. Deben consumirse entre una y dos veces por semana.
No obstante, el alto contenido en grasas saturadas de las carnes rojas hace que sea preferible sustituirlas por carnes blancas, como la de pollo y pavo.
Nivel 5 de la pirámide: Dulces, bollería y snacks
En la cúspide encontramos los alimentos cuyo consumo debe ser esporádico e incluso opcional. Por un lado, los dulces y la bollería son alimentos con alto contenido en azúcar y grasas saturadas, mientras que los snacks, además, suelen ser alimentos muy salados.
Vista esta clasificación piramidal de los alimentos, cabe destacar que las necesidades nutricionales dependen de cada persona, en función de su metabolismo y de la actividad física que desempeñe en su día a día.
Ahora bien, para que los alimentos de los diferentes niveles de la pirámide nutricional mantengan intactas sus cualidades nutritivas, es fundamental recurrir a métodos de conservación de alimentos adecuados.
Y no solo para evitar que se conviertan en alimentos sin valor nutricional, sino también para la prevención de intoxicaciones alimentarias provocadas por el consumo de alimentos en mal estado (contaminados con Clostridium botulinum, Listeria monocytogenes y Salmonella, entre otros patógenos).
Para ello, el sistema HPP de IDRO ha demostrado sus ventajas frente a otros sistemas de conservación más tradicionales, lo que supone enormes beneficios tanto para productores como para consumidores.
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